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sábado, 26 de diciembre de 2015

En doce años, Villavicencio se acercó a la modernidad y le dijo adiós al miedo

Febrero de 2015 

Desde que llegué a la capital del Meta he sido testigo de la acelerada transformación que ha tenido la ciudad, habitada por personas de casi todos los rincones del país. Villavicencio hoy es más segura, en comparación con años anteriores, y una de las de mayor proyección económica en Colombia; lo confirman algunos empresarios que han aterrizado a hacer grandes inversiones, en varios sectores.

Por Luis Fernando Charrupí 
@LuisFCharrupi 



Cuando pisé por primera vez las calles de Villavicencio, por allá en los inicios del año 2002,  siendo apenas un tímido adolescente, el panorama no era muy alentador. Esta ciudad, que parecía el pueblo más grande del Llano por su precaria infraestructura, estaba sumida en el miedo y la desesperanza. O por lo menos ese era el mensaje que les enviaban los medios de comunicación, en esa época, a los colombianos.

Las tomas por parte de la guerrillera en la vía que conduce a Bogotá, bautizadas como ‘pescas milagrosas’, aterrorizaban a los viajeros. Eran pocos los que se atrevían a movilizarse por este importante corredor vial, por temor a caer en un  improvisado reten ilegal. Quienes lo hacían eran casi unos héroes. Allí podían ser secuestrados por hombres armados hasta los dientes, sin importar su nivel socioeconómico.

Nadie se explicaba por qué sucedía esto si a escasos 20 minutos del centro de la capital del Meta se encuentran la Cuarta División del Ejército y el Comando Aéreo de Combate Dos ,de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC), uno de los más importantes y estratégicos de la geografía nacional. Además, la capital de la República está tan cerca de aquí que esta localidad metense podría ser un barrio suyo.  Solo dos horas, en promedio, hay entre Bogotá y Villavicencio.

 No era raro ver a  los helicópteros del Ejército vomitando balas en la montaña, en la vía al Llano, para tratar de neutralizar a los subversivos escondidos en la espesa vegetación.

En los lugares públicos, la gente parecía recién salida de una película de terror. Todo el mundo se miraba con desconfianza y difícilmente se entablada una conversación entre desconocidos. “Ese puede ser subversivo”, “Que tal que sea ‘para’ ”, “Aquí uno no sabe quién está sentado al lado”, “Es mejor evitar porque uno no sabe”. Eran algunas de las ideas que rondaban en la mente de los ciudadanos.

También había inconformidad en temas políticos pero nadie opinaba en voz alta por miedo a ser declarado objetivo militar, por parte de los grupos armados ilegales que operaban en la zona.

En medio de este ambiente hostil transcurría la cotidianidad de los residentes en la ‘Puerta del Llano’.

A pocos meses de haber arribado a Villavicencio, el 7 de abril del 2002, el terrorismo sacudió esta población metense. Un carro bomba fue activado en la zona rosa (así le llaman en Colombia al sector donde se concentran bares y discotecas), en el barrio La Grama. En el atentado, uno de los más graves registrados en este departamento, murieron quemadas y desmembradas once personas, de acuerdo con un medio local.

Por fortuna, todo cambió en esta década y la gente vio como, poco a poco, la Fuerza Pública  retomó el dominio en la ciudad, que hoy puede tener más de 600 mil habitantes. En la Villavicencio de hoy se respira paz y progreso.

La inversión apareció como nunca antes


Quienes han vivido toda su vida en la capital del Meta, a diferencia mía, coincidirán conmigo. En los primeros años del siglo XXI  esta ciudad dio un salto sin precedentes hacia la modernidad. Solo basta coger el calendario y revisar las grandes obras que se pusieron en servicio a partir del 2001.

El parque Los Fundadores, sitio casi obligado para visitar en esta capital, por su ubicación y extensión,  inaugurado ese año; y la vía Bogotá – Villavicencio, entregada en el  2002, con una inversión de más de 400 millones de dólares, son dos ejemplos.

En cuanto a esta carretera, puedo decir que significó un giro de 180 grados para los llaneros. Históricamente tuvieron que transitar por un pésimo trazado que, incluso, acabó con los sueños de muchas  familias. Decenas de personas, a bordo de buses y pequeños vehículos, fueron sepultadas en los constantes derrumbes que se presentaban en el recorrido.
Foto: EL TIEMPO

A nivel urbanístico, el cambio más significativo se ha registrado en la zona céntrica de Villavicencio. Varias calles fueron remodeladas dentro del proyecto ‘Cielos Abiertos’ para convertirlas en peatonales. Allí es donde se concentra gran parte del comercio. 

Por su parte, el parque principal, testigo silencioso del crecimiento de la localidad y de las charlas de los vaqueros que descansaban, hace muchos años, luego de largas horas de viaje, hoy presenta una nueva cara y fue rebautizado como parque Los Libertadores (antes se llamó Santander). Los bustos del general Francisco de Paula Santander y del libertador Simón Bolívar dieron origen a su nombre.

Aunque algunas personas cuestionaron en su momento la transformación  que se hizo en este lugar, hay que reconocer que esta le dio un toque más de metrópoli al principal centro poblado de los Llanos Orientales.

En los catorce años que llevamos de este siglo, la inversión privada también se volcó a esta región. Miles de millones de pesos han sido utilizados en la construcción y adecuación de imponentes edificaciones para centros comerciales.

Hoy los villavicenses pueden realizar sus compras en grandes superficies como Unicentro, Villacentro, Llanocentro, Viva Villavicencio, Único y Makro, entre otros.

 Se dice que más empresarios del país estarían por llegar a la ciudad. Esto no suena extraño si se tiene en cuenta, como lo indicó el exalcalde local, Juan Guillermo Zuluaga, que  en este momento “Villavicencio es la niña bonita de Colombia. Está en su cuarto de hora”.

La construcción de vivienda, de igual manera, está jalonando la economía. Es impresionante la cantidad de urbanizaciones que se han levantado. Otras avanzan a pasos acelerados para ser entregadas a sus dueños, algunos procedentes de urbes como Bogotá.

Si usted, amigo lector, no conoce este lugar y quiere comprobar lo que le he narrado en este corto texto, no le queda de otra que programar unas vacaciones  a esta capital. Aquí será recibido con los brazos abiertos y a ritmo de joropo.


Cualquier comentario se los recibo, con mucho gusto, en la cuenta de Twitter @LuisFCharrupi

¡Qué viva el Llano, camarita! 




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